miércoles, 9 de mayo de 2012

Segregación, Integración e Inclusión


La inclusión por contraposición puede definirse como lo opuesto a exclusión. No obstante, esta definición quedaría incompleta ya que, realmente hay que analizar a fondo lo que significa el término inclusión para ver todos los ámbitos sobre los que esta palabra engloba.
 
La exclusión es un fenómeno estructural que se relaciona con procesos sociales que conducen a que ciertos individuos y grupos se encuentren en situaciones que no permiten que  sean considerados como miembros de pleno derecho de la sociedad (Tezanos, 1999). Por lo que, gracias a esta definición, podemos decir que la exclusión se puede asociar con la marginación, el aislamiento…

Como punto de partida, para abordar este tema es absolutamente necesario centrarse en la importancia del lenguaje, sus connotaciones y el uso que se le da a este.
Basta con remontarse a los orígenes para saber las prácticas que podían llegar a realizar, incluso la muerte, con las personas que no se consideraban normales. Pero, ¿qué se consideraba una persona normal?, no están claros los límites en cuanto a la normalidad de las personas, y se hacían barbaridades por simple desprecio a lo distinto, simplemente por la falta de conocimiento, la ignorancia, el miedo a lo desconocido…. Es por eso que la educación, en términos  tan obvios en nuestros días, tiene un papel importantísimo en la sociedad, ya que todos, a pesar de nuestra naturaleza humana, podemos considerarnos diferentes.

Hoy en día, parece impensable pensar que se realizaban prácticas, hay autores que lo consideran una violencia epistemológica. Destacar que esto hace referencia a la importancia que han tenido y tienen las ciencias y por ello la razón, en nuestros días. Se refiere a que las personas al igual que la razón tienen limitaciones y a veces dejamos esto de lado. Se produce violencia epistemológica cuando utilizamos la razón para formar patrones de lo que es normal.
Esto se ve claramente cuando se separan niños, los considerados “normales” de los que se consideran que no lo son. Hoy en día son múltiples las maneras  por las que podemos hacer clasificaciones con las personas, como por ejemplo según el CI.


Las decisiones que se toman, a veces, en educación están avaladas por lo científico, pero las decisiones que tomemos al respecto, influirán en la vida de esa persona para siempre, por ello hay que tener muchísimo cuidado con la utilización de medios para la clasificación de personas y aquí los psicopedagogos tienen un papel fundamental. No hay que clasificar a las personas por datos aislados que obtengamos de esta, ya que su complejidad es de tal tamaño que no debemos apresurar a establecer los límites de esta.


Volviendo al tema de la concepción de normalidad, decir que lo único que podemos afirmar es que esa persona tiene un problema y, algo tan sencillo como decir eso, se convierte en una palabra peyorativa, cuando a diario todas las personas decimos “esta persona no es normal”, o se producen disputas y se utilizan insultos tales como “subnormal”.
La única manera de solucionar este problema sería subsanar la concepción de lo que son las personas y las problemáticas que tienen y ser más conscientes en el empleo del lenguaje.
La segregación, podemos decir que deriva en la exclusión social y el mejor método de solucionar esto es “prevenir antes que curar”, por lo que hemos de trabajar con los mecanismos de exclusión antes de llegar a que las personas sean excluidas.
Para realizar este tipo de actividades preventivas juegan un papel fundamental las instituciones que, desde antaño, han legitimidado muchas prácticas que provocaban la segregación, “se protege a la sociedad de estas personas, no a estas personas de la sociedad” (Tomlinson, 1982).
La educación especial  ha sido concebida durante años, como una necesidad para los niños con discapacidades, haciendo que se legitimizara que los niños con NEE, que deben tener una educación a parte. E aquí de nuevo una connotación peyorativa, entendiendo a las personas con una deficiencia como algo considerado fuera de lo “normal”.
Mencionar que, con el concepto de integración, se produjo un gran avance, no obstante no suficiente, pero gracias a que se fue derrocando el término normalidad, se fueron creando nuevas visiones que desembocaron en grandes avances, que hicieron que se crearan y plasmaran leyes que reconocían y daban legalidad y respaldo jurídico a todas estas personas.

Bien es cierto que aún quedaba un gran camino por recorrer ya que se consideró en la “integración”, como propiamente dice la palabra, de estos niños en las aulas pero, poco a poco, se dio amplitud al término y pasaron a denominarse alumnos con necesidades educativas especiales. Con esto surge además la necesidad de realizar adaptaciones curriculares. Todo ello provocó que la sociedad abriera su visión, ya que el conocimiento y el trato de estas personas, hicieran que se conociera lo desconocido, y su trato cambiara.
Una teoría que avala este proceso es la hipótesis de contacto (Gressan 1982) que provocó un gran avance para la sociedad. No obstante, aún la sociedad consideraba a estos alumnos como distintos, considerando que necesitan tratamiento y especialistas.
Por ello nuevamente se produce una deconstrucción del término y se habla de inclusión.
 
La Escuela Inclusiva es un tipo de enseñanza educativa basada en la valoración de la diversidad como elemento enriquecedor del proceso de enseñanza aprendizaje. Tiene la finalidad de proporcionar el máximo desarrollo posible de todo el alumnado y la cohesión de todos los miembros de la comunidad.
Se basa en el principio de que, cada alumno, tiene características, intereses, capacidades y necesidades de aprendizaje distintos y deben ser los sistemas educativos los que están diseñados  y programados para atender estas características y necesidades.
El concepto de educación inclusiva engloba la educación de alumnos con necesidades educativas especiales y los que no las poseen dentro de la escuela común, es decir, todos los alumnos realizan un aprendizaje colectivo de calidad dentro de las diferentes etapas escolares.
La inclusividad educativa conlleva a que todos los alumnos, independientemente de sus condiciones personales, sociales, culturales, físicas... puedan alcanzar el desarrollo pleno de todas sus posibilidades, para alcanzar una buena socialización, gracias a la cual, puedan desarrollarse plenamente como personas  dentro de una sociedad.
Esto no implica una simple colaboración en el aula sino que profesores, psicólogos, pedagogos y todo tipo de expertos, también han de colaborar para poder ayudar a los alumnos, haciendo que el sistema educativo se refuerce.
En definitiva, podemos decir que la escuela supone la aceptación de todo tipo de alumnos, aceptando y valorando sus diferencias. Exige a la escuela el desarrollo de valores que, a su vez, propicia una participación activa de todo el sistema educativo y que, posteriormente, repercutirá en la sociedad.
La inclusividad repercutirá en el sentido de que se va a prevenir la exclusividad y se va a valorar a todos los miembros de la sociedad, es un concepto mucho más amplio.
Pero, para ello, hace falta crear una serie de requisitos. Tales como un entorno físico adaptado y adecuado al alumnado, tener una serie de recursos materiales, personales y metodológicos… todo ello siempre adaptado al alumnado. Un problema que padece hoy en día el sistema educativo, es la falta de recursos, debido a los recortes que se están produciendo a día de hoy, incluso la falta de motivación de los propios profesores, en la implicación de su labor. Todo esto repercute en la calidad de la educación, no obstante, añadir que también hay una gran parte del profesorado que realiza una muy buena función y su implicación es máxima.
Como métodos de inclusividad, hay una serie de estrategias didácticas que se basan en unidades de trabajo estructuradas y fáciles de seguir, variedad de las tareas, la distribución del profesor en subgrupos de alumnos a los cuales les proporciona diferentes temas, flexibilidad en el agrupamiento, la distribución de los espacios… (Gimeno y Pérez Gómez, 1992).

Una de las primeras razones que nos planteamos es si es buena o mala la creación de la escuela inclusiva. La verdad es que no hay ningún estudio que demuestre lo contrario, por lo que, a priori, no habría ningún inconveniente en su implantación. Si es necesario remarcar, por el contrario, que la variable que inclina la balanza hacia lo positivo y lo negativo sería la calidad de esta medida.
Dicha medida, vista desde el punto de vista económico, resulta muy barata para la Administración, por lo que suele ser una gran ventaja. Pero, también es cierto que, a la hora de aplicarla, pueden suceder principalmente dos inconvenientes:

-          Es necesario un profesorado bien formado, ya que dependerá de él la adaptación del currículo y, por ello, los contenidos y actividades que al niño se le planten.
-          Por todo lo citado anteriormente, esto supone una mayor implicación por parte del profesor, ya que dicha adaptación dependerá de su preparación, dedicación y esfuerzo, al margen de su ordinaria programación para el resto de la clase.
El empleo de la escuela inclusiva aumentará el nivel de la educación que recibirán los niños con necesidades educativas especiales y, a su vez, a los niños que no requieran dichas necesidades. Esto resulta una gran ventaja, y ayuda muy favorablemente a una buena socialización. 

La integración afecta de manera positiva en todos los alumnos. Centrándonos en los niños con necesidades educativas especiales, podemos hacer que el autoconcepto de estos niños aumente haciendo que tengan una actitud más positiva, lo cual repercute directamente en que sean más capaces y se sientan integrados y valorados, al igual que los demás. Estas son algunas de las ventajas entre otras muchas, cómo estamos haciendo que los niños conozcan una realdad social que para ellos es desconocida, que aprendan a valorar y a aprender de las diferencias, se están promoviendo valores que la sociedad actual puede estar echando en falta, como bien puede ser el compañerismo, la empatía, la colaboración…

Desde un punto de vista teórico podemos decir que se podrían establecer nuevas metodologías que enriquezcan disciplinas como la pedagogía, la psicología…. Y que aún queda un largo recorrido y nuevas metodologías y teorías que desarrollar.
Pero, como conclusión, podemos decir que, lo que se consigue, es un afán de superación, volcando todo el esfuerzo en la educación y el desarrollo pleno en todas las dimensiones de los niños. Esto no es una tarea fácil, ya que, además de los inconvenientes citados anteriormente, existen otros muchos.
Principalmente se centran en la falta de recursos económicos, ya mencionados anteriormente, y medidas de apoyo sumadas a la visión de las familias con alumnos con NEE, que algunas prefieren, hoy en día la educación de sus hijos en escuelas especializadas.
Si, por el contrario, la familia da el paso, se siguen encontrando numerosos obstáculos como pueden ser los derivados del centro, la falta de recursos como la inadaptación de la estructura física del colegio (falta de rampas, ascensores…), carencia de profesores de apoyo, falta de recursos metodológicos y aplicación de nuevas tecnologías, etc. 
Todo esto también repercute en las familias de los alumnos ordinarios ya que, no todos lo ven como algo bueno, debido a la tradición del sistema educativo en el que a estos alumnos se los lleva a colegios especiales, donde se cree que reciben unas atenciones que no pueden recibir en la escuela común y la creencia de que estos niños están mejor en compañía de los que también tienen su misma dificultad. Esto se debe principalmente a la creencia de que muchos de ellos solos no pueden.
Pero, volviendo sobre la organización escolar, podemos aún hallar múltiples dificultades como la falta de preparación del profesorado, el número de alumnos por aula, las organizaciones que se producen dentro de esta, el sistema de evaluación y la metodología clásica de la clase, rigidez de horarios… Muchos de estos problemas se centran en la falta de colaboración del personal del centro docente y la falta de conciencia de trabajo en equipo.

Podemos decir, a grandes rasgos, que se producen choques de ideas de lo que conocemos como escuela tradicional, ya que se enfrenta la típica organización de un profesor y muchos alumnos, en vez de varios profesores que trabajan en grupo con los alumnos. También choca la cultura social de las familias, las políticas que están en desacuerdo…
Todo esto puede resumirse con que hay una falta de comunicación dentro de la sociedad, especialmente entre las familias, el centro y la comunidad.

Hoy en día, la creciente diversidad de alumnos en nuestro sistema educativo es un importante tema de debate y preocupación. Entre estas diferencias se encuentran la lengua, la cultura, la religión, el sexo, la discapacidad, la preferencia sexual, el estado socioeconómico, el marco geográfico… Denotan la multiculturalidad existente en la escuela. Pero, frente a esta realidad, a menudo, encontramos que la diversidad es entendida como un problema, más que como una maravillosa oportunidad de aprender sobre la variedad de vida de otras personas y también sobre lo que significa ser humano. A nuestro juicio, uno debe ser incluido, valorado y respetado por quien uno es en un mundo diverso y plural por naturaleza. 

El lenguaje tiene un papel fundamental a la hora de designar y, por ello, entender la realidad. Los términos sobre los alumnos que se conocen a día de hoy como NEE han variado en los últimos diez años, siete veces aproximadamente.
La forma generalizada de pensar en la sociedad no facilita esta educación y por parte de los profesionales la falta de adaptación de los materiales por diversos motivos, preparación, pereza, falta de tiempo, falta de teorías… dificultan la inclusión.
Hay también una resistencia generalizada al cambio, porque a lo que estamos acostumbrados, es lo que hemos tenido y nos cuesta pensar de  otra manera distinta. La situación va cambiando y la ideología sigue siendo la misma, por lo que queremos introducir nuevos métodos respetando la misma organización y esto produce grandes choques…
La inclusividad es posible, pero hace falta un gran cambio y hay que partir de la formación del profesorado, tanto ideológica como a nivel de contenidos.
Nuestro deber como futuros maestros y psicopedagogos es contribuir a cambiar esa realidad social y hacer posible una escuela inclusiva de calidad. 




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