La inclusión por contraposición puede
definirse como lo opuesto a exclusión. No obstante, esta definición quedaría
incompleta ya que, realmente hay que analizar a fondo lo que significa el
término inclusión para ver todos los ámbitos sobre los que esta palabra engloba.
La exclusión es un fenómeno estructural
que se relaciona con procesos sociales que conducen a que ciertos individuos y
grupos se encuentren en situaciones que no permiten que sean considerados como miembros de pleno
derecho de la sociedad (Tezanos, 1999). Por lo que, gracias a esta definición,
podemos decir que la exclusión se puede asociar con la marginación, el
aislamiento…
Como punto de partida, para abordar este
tema es absolutamente necesario centrarse en la importancia del lenguaje, sus
connotaciones y el uso que se le da a este.
Basta con remontarse a los orígenes para
saber las prácticas que podían llegar a realizar, incluso la muerte, con las
personas que no se consideraban normales. Pero, ¿qué se consideraba una persona
normal?, no están claros los límites en cuanto a la normalidad de las personas,
y se hacían barbaridades por simple desprecio a lo distinto, simplemente por la
falta de conocimiento, la ignorancia, el miedo a lo desconocido…. Es por eso
que la educación, en términos tan obvios
en nuestros días, tiene un papel importantísimo en la sociedad, ya que todos, a
pesar de nuestra naturaleza humana, podemos considerarnos diferentes.
Hoy en día, parece impensable pensar que
se realizaban prácticas, hay autores que lo consideran una violencia epistemológica.
Destacar que esto hace referencia a la importancia que han tenido y tienen las
ciencias y por ello la razón, en nuestros días. Se refiere a que las personas
al igual que la razón tienen limitaciones y a veces dejamos esto de lado. Se
produce violencia epistemológica cuando utilizamos la razón para formar
patrones de lo que es normal.
Esto se ve claramente cuando se separan
niños, los considerados “normales” de los que se consideran que no lo son. Hoy
en día son múltiples las maneras por las
que podemos hacer clasificaciones con las personas, como por ejemplo según el
CI.
Las decisiones que se toman, a veces, en
educación están avaladas por lo científico, pero las decisiones que tomemos al
respecto, influirán en la vida de esa persona para siempre, por ello hay que
tener muchísimo cuidado con la utilización de medios para la clasificación de
personas y aquí los psicopedagogos tienen un papel fundamental. No hay que
clasificar a las personas por datos aislados que obtengamos de esta, ya que su
complejidad es de tal tamaño que no debemos apresurar a establecer los límites
de esta.
Volviendo al tema de la concepción de
normalidad, decir que lo único que podemos afirmar es que esa persona tiene un
problema y, algo tan sencillo como decir eso, se convierte en una palabra
peyorativa, cuando a diario todas las personas decimos “esta persona no es
normal”, o se producen disputas y se utilizan insultos tales como “subnormal”.
La única manera de solucionar este
problema sería subsanar la concepción de lo que son las personas y las
problemáticas que tienen y ser más conscientes en el empleo del lenguaje.
La segregación, podemos decir que deriva
en la exclusión social y el mejor método de solucionar esto es “prevenir antes
que curar”, por lo que hemos de trabajar con los mecanismos de exclusión antes
de llegar a que las personas sean excluidas.
Para realizar este tipo de actividades
preventivas juegan un papel fundamental las instituciones que, desde antaño, han
legitimidado muchas prácticas que provocaban la segregación, “se protege a la
sociedad de estas personas, no a estas personas de la sociedad” (Tomlinson,
1982).
La educación especial ha sido concebida durante años, como una
necesidad para los niños con discapacidades, haciendo que se legitimizara que
los niños con NEE, que deben tener una educación a parte. E aquí de nuevo una
connotación peyorativa, entendiendo a las personas con una deficiencia como algo
considerado fuera de lo “normal”.
Mencionar que, con el concepto de integración, se produjo un gran avance, no obstante no suficiente, pero gracias a que se fue
derrocando el término normalidad, se fueron creando nuevas visiones que
desembocaron en grandes avances, que hicieron que se crearan y plasmaran leyes
que reconocían y daban legalidad y respaldo jurídico a todas estas personas.
Bien es cierto que aún quedaba un gran
camino por recorrer ya que se consideró en la “integración”, como propiamente
dice la palabra, de estos niños en las aulas pero, poco a poco, se dio amplitud
al término y pasaron a denominarse alumnos con necesidades educativas
especiales. Con esto surge además la necesidad de realizar adaptaciones
curriculares. Todo ello provocó que la sociedad abriera su visión, ya que el
conocimiento y el trato de estas personas, hicieran que se conociera lo
desconocido, y su trato cambiara.

Por ello nuevamente se produce una
deconstrucción del término y se habla de inclusión.
La Escuela
Inclusiva es un tipo de enseñanza educativa basada en la valoración de la
diversidad como elemento enriquecedor del proceso de enseñanza aprendizaje. Tiene la finalidad de proporcionar el
máximo desarrollo posible de todo el alumnado y la cohesión de todos los
miembros de la comunidad.
Se basa en el
principio de que, cada alumno, tiene características, intereses, capacidades y
necesidades de aprendizaje distintos y deben ser los sistemas educativos los
que están diseñados y programados para
atender estas características y necesidades.
El concepto de
educación inclusiva engloba la educación de alumnos con necesidades educativas
especiales y los que no las poseen dentro de la escuela común, es decir, todos
los alumnos realizan un aprendizaje colectivo de calidad dentro de las
diferentes etapas escolares.
La inclusividad
educativa conlleva a que todos los alumnos, independientemente de sus
condiciones personales, sociales, culturales, físicas... puedan alcanzar el
desarrollo pleno de todas sus posibilidades, para alcanzar una buena
socialización, gracias a la cual, puedan desarrollarse plenamente como personas dentro de una sociedad.
Esto no implica una simple colaboración en el aula sino que profesores,
psicólogos, pedagogos y todo tipo de expertos, también han de colaborar para
poder ayudar a los alumnos, haciendo que el sistema educativo se refuerce.
En definitiva, podemos decir que la escuela supone la aceptación de todo
tipo de alumnos, aceptando y valorando sus diferencias. Exige a la escuela el
desarrollo de valores que, a su vez, propicia una participación activa de todo
el sistema educativo y que, posteriormente, repercutirá en la sociedad.
La inclusividad repercutirá en el sentido de que se va a prevenir la
exclusividad y se va a valorar a todos los miembros de la sociedad, es un
concepto mucho más amplio.
Pero, para ello, hace falta crear una serie de requisitos. Tales como un entorno físico adaptado
y adecuado al alumnado, tener una serie de recursos materiales, personales y
metodológicos… todo ello siempre adaptado al alumnado. Un problema que padece
hoy en día el sistema educativo, es la falta de recursos, debido a los recortes
que se están produciendo a día de hoy, incluso la falta de motivación de los
propios profesores, en la implicación de su labor. Todo esto repercute en la
calidad de la educación, no obstante, añadir que también hay una gran parte del
profesorado que realiza una muy buena función y su implicación es máxima.
Como métodos de
inclusividad, hay una serie de estrategias didácticas que se basan en unidades
de trabajo estructuradas y fáciles de seguir, variedad de las tareas, la distribución
del profesor en subgrupos de alumnos a los cuales les proporciona diferentes
temas, flexibilidad en el agrupamiento, la distribución de los espacios…
(Gimeno y Pérez Gómez, 1992).
Una de las
primeras razones que nos planteamos es si es buena o mala la creación de la
escuela inclusiva. La verdad es que no hay ningún estudio que demuestre lo
contrario, por lo que, a priori, no habría ningún inconveniente en su
implantación. Si es necesario remarcar, por el contrario, que la variable que
inclina la balanza hacia lo positivo y lo negativo sería la calidad de esta
medida.
Dicha medida,
vista desde el punto de vista económico, resulta muy barata para la
Administración, por lo que suele ser una gran ventaja. Pero, también es cierto
que, a la hora de aplicarla, pueden suceder principalmente dos inconvenientes:
-
Es necesario un profesorado bien
formado, ya que dependerá de él la adaptación del currículo y, por ello, los
contenidos y actividades que al niño se le planten.
-
Por todo lo citado anteriormente,
esto supone una mayor implicación por parte del profesor, ya que dicha
adaptación dependerá de su preparación, dedicación y esfuerzo, al margen de su
ordinaria programación para el resto de la clase.
El empleo de la
escuela inclusiva aumentará el nivel de la educación que recibirán los niños
con necesidades educativas especiales y, a su vez, a los niños que no requieran
dichas necesidades. Esto resulta una gran ventaja, y ayuda muy favorablemente a
una buena socialización.
La integración
afecta de manera positiva en todos los alumnos. Centrándonos en los niños con
necesidades educativas especiales, podemos hacer que el autoconcepto de estos
niños aumente haciendo que tengan una actitud más positiva, lo cual repercute
directamente en que sean más capaces y se sientan integrados y valorados, al
igual que los demás. Estas son algunas de las ventajas entre otras muchas, cómo
estamos haciendo que los niños conozcan una realdad social que para ellos es
desconocida, que aprendan a valorar y a aprender de las diferencias, se están promoviendo
valores que la sociedad actual puede estar echando en falta, como bien puede
ser el compañerismo, la empatía, la colaboración…
Desde un punto
de vista teórico podemos decir que se podrían establecer nuevas metodologías
que enriquezcan disciplinas como la pedagogía, la psicología…. Y que aún queda
un largo recorrido y nuevas metodologías y teorías que desarrollar.
Pero, como
conclusión, podemos decir que, lo que se consigue, es un afán de superación,
volcando todo el esfuerzo en la educación y el desarrollo pleno en todas las dimensiones de los niños. Esto no es una tarea fácil, ya que, además de los
inconvenientes citados anteriormente, existen otros muchos.
Principalmente
se centran en la falta de recursos económicos, ya mencionados anteriormente, y
medidas de apoyo sumadas a la visión de las familias con alumnos con NEE, que algunas
prefieren, hoy en día la educación de sus hijos en escuelas especializadas.
Si, por el
contrario, la familia da el paso, se siguen encontrando numerosos obstáculos
como pueden ser los derivados del centro, la falta de recursos como la
inadaptación de la estructura física del colegio (falta de rampas,
ascensores…), carencia de profesores de apoyo, falta de recursos metodológicos
y aplicación de nuevas tecnologías, etc.
Todo esto
también repercute en las familias de los alumnos ordinarios ya que, no todos lo
ven como algo bueno, debido a la tradición del sistema educativo en el que a
estos alumnos se los lleva a colegios especiales, donde se cree que reciben
unas atenciones que no pueden recibir en la escuela común y la creencia de que
estos niños están mejor en compañía de los que también tienen su misma
dificultad. Esto se debe principalmente a la creencia de que muchos de ellos
solos no pueden.
Pero, volviendo
sobre la organización escolar, podemos aún hallar múltiples dificultades como
la falta de preparación del profesorado, el número de alumnos por aula, las
organizaciones que se producen dentro de esta, el sistema de evaluación y la
metodología clásica de la clase, rigidez de horarios… Muchos de estos problemas
se centran en la falta de colaboración del personal del centro docente y la
falta de conciencia de trabajo en equipo.
Podemos decir, a
grandes rasgos, que se producen choques de ideas de lo que conocemos como
escuela tradicional, ya que se enfrenta la típica organización de un profesor y
muchos alumnos, en vez de varios profesores que trabajan en grupo con los
alumnos. También choca la cultura social de las familias, las políticas que
están en desacuerdo…
Todo esto puede
resumirse con que hay una falta de comunicación dentro de la sociedad,
especialmente entre las familias, el centro y la comunidad.

El lenguaje tiene un papel fundamental a
la hora de designar y, por ello, entender la realidad. Los términos sobre los
alumnos que se conocen a día de hoy como NEE han variado en los últimos diez
años, siete veces aproximadamente.
La forma generalizada de pensar en la
sociedad no facilita esta educación y por parte de los profesionales la falta
de adaptación de los materiales por diversos motivos, preparación, pereza,
falta de tiempo, falta de teorías… dificultan la inclusión.
Hay también una resistencia generalizada
al cambio, porque a lo que estamos acostumbrados, es lo que hemos tenido y nos
cuesta pensar de otra manera distinta.
La situación va cambiando y la ideología sigue siendo la misma, por lo que queremos
introducir nuevos métodos respetando la misma organización y esto produce
grandes choques…
La inclusividad es posible, pero hace
falta un gran cambio y hay que partir de la formación del profesorado, tanto ideológica
como a nivel de contenidos.
Nuestro deber como futuros maestros y
psicopedagogos es contribuir a cambiar esa realidad social y hacer posible una
escuela inclusiva de calidad.
Me encanta el artículo, gracias
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